miércoles, 3 de febrero de 2016

Un poco del inicio de mi ser mamá...

Mi propia maternidad hizo que se abrieran en mi caminos en mi interior que ni yo creía posibles. Me llevaron a pensarme y repensarme como mujer. La vida creciendo en mi interior fue un regalo único que hoy considero el milagro más maravilloso que pude tener. Un privilegio como pocos y lejos de querer mostrarlo como un mundo ideal; quiero recalcar que mi maternidad me llevo a pegarme de lleno con mis límites, mis inseguridades y por sobre todo...mi insistencia en querer controlar todo lo que me pasaba.
La verdad médica que me caló hondo era que una vez cumplida la semana 38 mi bebé podía nacer en cualquier momento! Sin previo aviso? Cómo me soy cuenta? Alguien me dijo que sentiría contracciones?Cómo son? Qué se siente? Y si no llegó a la sala de partos? Y si estoy sola? Y si...y si...claramente es una
revolución de preguntas que nadie, nadie en mi entorno pudo responder satisfactoriamente. Así que procure estar atenta a los avisos de mi cuerpo y para ello comencé una honda recorrida interior. Quien mejor que yo para saber lo que me pasa. No? 
Y así...Llegó mi primera experiencia de parto. Nunca supe lo que era una contracción...siempre me rio cuando pensaba para mis adentros que una contracción era una señora que golpearla a mi puerta diciéndome que ya era hora. Llegué a la clínica con 8 de dilatación y nunca supe que estaba en trabajo
de parto...mi sensación era tener una molestia en la zona lumbar! Luego de seis pujes Lucía estaba recostada sobre mi. Como describir ese momento...no podría. Solo diría que quedé estallada emocionalmente. Me entregué a las sensaciones de alegría extrema, fragilidad absoluta, llanto liberador y puerperio deseado de poder vivirlo con mi hija.
Recuerdo que los primeros momentos pos parto no son fáciles. Muchas me contaron su experiencia de parto, del dolor...pero no describieron el después. Sentirme tan vulnerable, sensible, fusionada, al punto casi de no reconocerme...a esa mujer que había creído ser...y ahora parecía no reconocer. Venían las visitas y todos se mostraban felices y yo tratando de abrazar ese estallido interior, esa efusión de una nueva mujer/mamá, mamá/mujer que también nacía con mi hija. 
Mientras tanto los pechos hacían nacer Leche. Las pérdidas normales después del parto afloraron, todo era un fluir de cosas...tangibles y no. Sanadoras y de vida. El cuerpo se despedía de esa fusión intrauterina para dar vida en la lactancia. En fin, un cuerpo haciendo honor pleno a su ser mamífero y un alma que desplegaba una parte maternal desconocida hasta el momento. Y una psiquis que seguiría explorándose hasta descubrirse nueva, más mujer...pero eso llevaría su tiempo...

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